El oro es elegante, es valioso, es duradero. Y sobre todo es uno de los metales preciosos preferidos, el rey de reyes, el favorito de muchos ciudadanos y de no pocos países por tradición cultural y por la fascinación que siempre ha generado este metal único.
Pero no sólo de oro vive el hombre y entre los metales preciosos empiezan a hacerse un hueco otras opciones, que ganan puntos en el “Top Ten” y que vienen pisando fuerte como una alternativa para diversificar y apostar por ellos más allá del oro. En SilverGold Patrimonio te damos algunas claves para que puedas ampliar tu visión y acudir a nuestros consultores profesionales para realizar la mejor elección.
Del dorado al plateado, las otras opciones
La plata es el segundo de los metales preciosos que más se conoce y que lejos de ser considerado como el hermano pequeño, es una excelente apuesta para diversificar y seguir mejorando nuestro patrimonio de metales de inversión. Es ampliamente usada en joyería y también en la industria del automóvil.
El resto de metales preciosos que siguen ganando puntos y que son cada vez más admirados son el platino, el paladio y el rodio.
El platino
El primero de ellos se usa en múltiples sectores entre ellos dispositivos médicos y tratamientos contra el cáncer o para el aprovechamiento de la energía renovable y la reducción de las emisiones de los vehículos. Es decir, que es muy versátil y esa característica es una excelente aliada para que se mantenga su demanda. De hecho según Consejo Mundial de Inversores de Platino su uso industrial se ha multiplicado casi por cuatro desde 1980.
El Paladio
En cuanto al paladio, de color blanco plateado, es un metal raro y brillante. Es utilizado por la industria automovilística para los catalizadores, además de para otras aplicaciones industriales y electrónicas y también puedes tenerlo en mente para elegir la forma más inteligente de cuidar de tu presente y tu futuro.
El Rodio
Por último, el rodio, otro metal precioso de aspecto blanco plateado, el segundo elemento más escaso en nuestro planeta por detrás del osmio, con una producción limitada y con usos en los catalizadores de los coches, en la industria química, en equipos ópticos, en cámaras fotográficas, en elementos de laboratorios y por supuesto en la joyería.